Apelar a la actuación de las fuerzas del Mal, personificadas casi siempre en los marginados de la sociedad —en especial en los judíos—, resultaba más fácil que enfrentarse a la desorientación producida por la inabarcable inmensidad del mundo real.
La furia del rey Alfonso
El rey montó en cólera y cogió el camino de Toledo con el propósito de quemar vivos al arzobispo y a la reina. Iba con esa intención cuando, de repente, se topó con unos musulmanes que, desesperados, venían en su busca.